30 de julio de 2009

Caramelo.

La chiquilla de caramelo camina sabiendo lo que provoca.
Lo que pasa cuando anda coqueta, endulzando el viento.
La chiquilla de caramelo se da cuenta de lo que causa, en todas las bocas.
Y todo el que la conoce la quiere invitar.
Pasarle la lengua, sentir el dulzor,
que tiene escondido ahí entre sus piernas.

Pero a la chiquilla de caramelo no le gusta cualquiera,
elige confiada y se sienta, con las ganas cruzadas.
Espera a que le digan te quiero (caramelo).
Y escoge al que sabe, al que le gustan los postres,
al que no anda apurado.
Y da besos dulces, glaseados de nácar,
aguindados fragantes.

La chiquilla de caramelo se pone tacones sentidos,
sonríe encantada y se acuesta en sábanas
con pliegues submarinos.
Y le sacan la ropa,
le cuentan historias, le huelen el pelo,
la llenan de besos.
La chiquilla de caramelo abre las piernas,
suspira en silencio,
se muerde los labios y fulgura
en secreto.